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miércoles, 26 de agosto de 2015

RENÉ MARQUÉS

OTRO DIA NUESTRO, EN UNA CUIDAD LLAMADA SAN JUAN, LA MIRADA, INMERSO EN EL SILENCIO observando LA CARRETA. 

LA MUERTE NO ENTRARA EN LE PALACIO porque ese es  UN NIÑO AZUL PARA ESA SOMBRA de LOS SOLES TRUNCOS que ya está entrando a LA VISPERA DEL HOMBRE.

René Marqués

René Marqués García; nace el 4 de octubre de 1919 en Arecibo, Puerto Rico, fallece en 22 de marzo de 1979 en San Juan.  Escritor puertorriqueño, autor de una obra literaria caracterizada por la crítica a las oligarquías de la isla y la reivindicación de la identidad cultural y política del país frente al colonialismo estadounidense. Dicha problemática aparece claramente en su novela La víspera del hombre (1959) y se refleja en cuentos como Otro día nuestro (1955) o En una ciudad llamada San Juan (1960). Fue también autor de obras teatrales de gran fuerza simbólica, entre las que destacan El sol y los MacDonald (1950), Un niño azul para esa sombra (1960) y La casa sin reloj (1961).
René Marqués permaneció en su ciudad natal en los primeros años de su vida, en la casa de sus abuelos, donde una tía suya, Trina Padilla de Sanz, imbuyó en él un valor supremo: el amor a la libertad. Aparte de poeta, escritora y pianista, Trina era una ferviente defensora de la independencia de Puerto Rico y de los derechos de la mujer. En su casa departían los hombres y mujeres más ilustres de Puerto Rico. Dentro de ese trasfondo familiar de gran intelectualidad y efervescencia política se nutrió Marqués en su camino hacia la superación y la madurez.

Marqués se graduó de agrónomo en el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas de Mayagüez en 1942. Estudió literatura en 1946 en la Universidad de Madrid, desde donde remitía artículos al periódico El Mundo. Al regresar a Puerto Rico en 1947, se trasladó a Arecibo y continuó con sus colaboraciones periodísticas, labor por la que mereció un premio de periodismo concedido por el Instituto de Literatura Puertorriqueña. En la Universidad de Columbia y en el Taller Dramático de Piscator estudió dramaturgia tras ser becado por la Fundación Rockefeller. Durante la década de 1950 trabajó en la División de Educación de la Comunidad, de la cual llegó dirigir la sección editorial, que produjo los famosos Libros para el pueblo.
Dejando a un lado algunos poemas de adolescencia, que el propio autor rechazó, lo mejor de su obra son sus cuentos y sus piezas teatrales. Su interés por el teatro se manifestó desde su juventud. En 1948 publicó el drama El hombre y sus sueños en la revista Asomante; en 1953 se consagró con La carreta, un drama en tres actos que fue llevado a escena en Nueva York en 1953 y en Puerto Rico en 1954. Los cuentos constituyen el otro aspecto destacado de la creación literaria de René Marqués. En su libro Literatura puertorriqueña: su proceso en el tiempo, Josefina Rivera de Álvarez sitúa a Marqués "en el número de los mejores narradores de la literatura puertorriqueña de todos los tiempos".
Se inició como cuentista en 1942, cuando publicó algunos relatos en la revista Alma Latina. El Ateneo Puertorriqueño premió su cuento "El miedo" en 1950. La mayoría de sus cuentos se publicaron en colecciones: Los casos de Ignacio y Santiago (1953), Cinco cuentos de miedo (1954), Otro día nuestro (1955), Cuatro cuentos de mujeres (1959), En una ciudad llamada San Juan (1960). Publicó además las novelas La víspera del hombre (1959), con cierta carga autobiográfica, y La mirada (1975). En el ensayo El puertorriqueño dócil (1960), se ocupó de los rasgos que para el autor definen la personalidad del puertorriqueño.
Josefina Rivera señaló sobre René Marqués que "Su refinada conciencia de escritor hinca raíces a la par en el meollo de la carne espiritual puertorriqueña (haciéndose eco de una vitalísima inquietud ante la incertidumbre del destino político y cultural isleño) y en las corrientes de anchura universal que han renovado en Europa y América el contenido y forma de la expresión literaria del presente". De ahí que su producción sentase precedentes que otros habrían de imitar. Su creación literaria no fue una obra de complacencia, sino de retos y tentaciones, llena de ansias de libertad y de independencia para su patria.


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