AMIGOS HASTA EL FIN he de ir con AQUEL AMOR que es el
AMOR DE MIS AMORES, no me importa que sea PECADORA, ni que tenga que llorar
LAGRIMAS DE SANGRE, ARRANCAME LA VIDA si dejo de mirar AQUELLOS OJOS VERDES o
dejo de acariciar aquella CABELLERA NEGRA que me CAUTIVA.
PORQUE NEGAR, MUJER, que en una NOCHE DE RONDA escuchando
PALABRAS DE MUJER haya caído en un HASTIO
que lleve mi vida a un NAUFRAGIO seguro, POBRE DE MI y POBRECITA DE MI ALMA si
dejo de amar a MI NOVIA de siempre y por siempre mi MARIA BONITA.
Agustín Lara
Ángel Agustín María Carlos Fausto
Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino (Agustín Lara; Tlacotalpán,
México, 1897-Ciudad de México, 1970) Compositor de canción melódica mexicano.
Por su formación autodidacta, su prolífica producción y su incontestable éxito,
Agustín Lara ha sido considerado en numerosas ocasiones como el Irving Berlin
de la canción mexicana. Conocido como el Flaco de Oro, son incontables las
canciones compuestas por este músico que han conquistado una fama imperecedera: Granada (inmortalizada por el tenor Mario Lanza),
el chotis Madrid, Noche criolla, La Cumbancha, Noche de ronda, Solamente una vez, Palmera o María bonita (escrita
para su esposa, la actriz María Félix) son sólo algunas de las más célebres.
Adaptadas a numerosos idiomas y cantadas en los más diferentes estilos, su
éxito en el Viejo y el Nuevo Mundo procuró a su autor los mayores honores y el
reconocimiento general. Junto con la canción melódica, Lara también sobresalió
en la composición de música para cine; suya es, por ejemplo, la partitura de Santa, una de las primeras películas sonoras realizadas
en México.
Aunque había estudiado piano y demostrado sus
excepcionales dotes para la música, Agustín Lara ingresó a los quince años en
el Colegio Militar; pronto se daría cuenta de que su vocación no era castrense.
Durante la década de 1920 trabajó como pianista en bares y cafés y en salas de
cine mudo; a finales de la década acompañaba ya al piano a intérpretes como
Juan Arvizu y Maruja Pérez, que daban sus recitales en cines de la capital. En
1931 se puso al frente del programa La hora azul, de la
emisora XEW. Comenzó a dirigir la orquesta El Son Marabú mientras voces como
las de Ana María Fernández y Toña la Negra popularizaban sus canciones.
Empezó entonces una
frenética carrera hacia la fama. En 1932 realizó su primera gira por el
extranjero; actuó en París, donde su canción El farolito se
convirtió en tema de moda, y también en Chile y Perú. Obtuvo también un éxito
sin parangón durante la gira que efectuó en México en 1935, junto a Pedro
Vargas y el Chino Ibarra. Entre los principales
espectáculos que Agustín Lara presentó al público se recuerdan especialmente Pecadora, Revancha, Coqueta, Mujeres en mi vida, Perdida La mujer que yo amé.
Contratado para trabajar
en Hollywood como musicalizador de películas, no le resultó sin embargo fácil
acostumbrarse a aquel mundo frívolo y deshumanizado, con sus tensiones y su
abundancia de divas y directores caprichosos. Aunque no quiso centrar su
carrera profesional en el cine, su prestigio acabó por consolidarse en la
industria del celuloide, gracias a las bandas sonoras que compuso para filmes
como Santa, México Lindo, Carne de Cabaret, Virgen de medianoche,
Pervertida, Noche de ronda, Humo en los ojos, Señora tentación, Cortesana y Aventurera.
Facilitó sin duda su
entrada triunfal en el cine su matrimonio con la bellísima y siempre
controvertida actriz mexicana María Félix que tuvo lugar en 1945. Célebre
por sus devaneos amorosos (se le solían atribuir romances con personajes
populares del cine y la política), la actriz trabajó junto a los más destacados
galanes del cine mexicano (Jorge Negrete, Pedro Infante o Pedro
Armendáriz). Durante su matrimonio con María Félix, Agustín Lara convirtió su
casa de Las Lomas en un acogedor centro de reunión de escritores y artistas.
Foco de atención del gran público, la popularidad de ambos no cesaba de crecer.
A lo largo de su dilatada
carrera como compositor (y también como autor de la mayoría de sus letras),
creó hermosas y románticas canciones que alcanzarían una popularidad universal.
La obra de Lara comprende unas setecientas piezas entre boleros, pasodobles,
baladas, tangos, pasacalles y melodías, que podrían enmarcarse dentro del
género tropical; fue también el autor de la extraordinaria opereta El pájaro de oro (1946). Entre sus temas más
conocidos sobresalen, junto a los ya citados, Lamento jarocho, Mujer, Veracruz, Azul, Rival y Arráncame la vida; títulos todos ellos entrañables que
han resistido el paso del tiempo hasta convertirse en canciones de siempre.
Con temáticas
abiertamente eróticas, una asimilación de todas las corrientes musicales en
boga y desconcertantes imágenes modernistas, Agustín Lara dotó a la canción
romántica de una sensibilidad acorde con el medio urbano de los años treinta y
cuarenta. Las letras de algunas canciones surgidas de su inspiración (Señora tentación, Te quiero, Cada noche un amor o Humo en los ojos) escandalizaron a la opinión pública,
hasta el punto de que llegaron a prohibirse sus piezas en las escuelas.
Cuestionado y considerado por sus detractores "el sepulturero de la
canción mexicana", Lara fue pionero en el óptimo aprovechamiento de todos
los medios de difusión: teatro de revista, discos y radio.
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