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miércoles, 10 de junio de 2015

JULIO CESAR LÓPEZ




Confieso que tuve la fortuna de compartir con el poeta puertorriqueño Julio César López los felices años de mi niñez, aunque fue después de crecer cuando supe en realidad que aquel mismo hombre el cual admiraba desde niño y me llenaba de inspiración, no solamente era mi tío, sino más bien alguien que quizás había visto algo en mi y desde ese mismo tiempo y de alguna forma iba moldeando mi vida y llenándome de conocimientos para que algún día me dedicara a la escritura.

JULIO CESAR LOPEZ

Tío Julio, como siempre le conocimos desde chicos mis hermanos y yo, era un hombre sencillo, amoroso, conversador y con el cual nos divertíamos mucho escuchándole hablar de sus viajes por el mundo, de nuestros próceres, de poemas, literatura y aunque a nuestra corta edad no entendiéramos mucho acerca de todo aquello, nos entreteníamos por largo tiempo.
Julio César López fue un letrado polifacético: ensayista, crítico literario, poeta, periodista, nació en Cayey, Puerto Rico en 1926 y murió en San Juan 2004. Profesor de Humanidades en la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico por más de 30 años. En Venezuela, donde residió durante ocho años, trabajó en la Biblioteca Nacional y en la Universidad Central, colaborando en proyectos como la edición de las Obras Completas de Andrés Bello, la revisión del Boletín de la Academia Nacional de la Historia, ediciones de la Comisión Panamericana de Historia y Geografía, la edición de Materiales para la Historia de la Hacienda Pública en Venezuela, la Antología de temas venezolanos en la obra de Humboldt y otras publicaciones.
López es autor de las siguientes obras: Pasión de poesía, Peregrino de sombras, Temas y estilo en ocho escritores; La patria en dos poetas y un paralelo modernista; Fogatas del tiempo, Cuaderno de los desconciertos, Escalas de la semilla, Doble fondo (Desconciertos, II), Geografía del vértigo, Un blanquecino vuelo y otros poemas, Amor, Tus campanitas navideñas, Torres sin control (Desconciertos, III), Borrones y borradores (Desconciertos, IV), Pulso variable, El ensayo y su enseñanza, Al amor, Trazos en trozos (Desconciertos, V); Poemas de tránsito y otras dolencias, Goteras en el buzón (Desconciertos, VI).
Asimismo fue primer director del Instituto de Estudios Hostosianos y luego su editor jefe a cargo de le reedición de las Obras completas de Eugenio María de Hostos, de las cuales fue su prologuista en la mayor parte de los tomos editados. También fue miembro del PEN Club y jurado en los certámenes literarios a nivel internacional, así como del Instituto de Cultura de Puerto Rico entre otros.
Aún ahora que ha pasado el tiempo, tío Julio continúa siendo el faro que me enseña los senderos del vasto mundo de las letras y su palabra revive en mí el amor por la literatura

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